Psicología Integral-Transpersonal


A finales de los sesenta, ocurre un hecho inédito en este proceso histórico y es que los mismos autores que generaron el nacimiento de la Psicología Humanística, comienzan a percibir, en la observación de los individuos y los grupos, que el desarrollo personal suele llegar a un límite, a un techo o quizás sería mejor decir a un abismo, frente al cual no tiene respuestas. Una vez que el individuo  ha alcanzado un nivel elevado de desarrollo y crecimiento personal, necesariamente comienzan a aparecer preguntas, dudas y cuestionamientos existenciales que llevan la mirada hacia la trascendencia, hacia los temas últimos. Comienza allí la Psicología a reconocer que a lo largo de casi toda su historia moderna, ha dirigido su mirada a las áreas del hacer, del poder o del tener, soslayando el tema del ser, el significado y la trascendencia, y que en muchas oportunidades ha confundido la ontología con la Religión o, en el peor de los casos, la ha reducido a un epifenómeno o a una patología encubierta.

        Mientras Maslow en Estados Unidos intuía las limitaciones del movimiento que él mismo había creado, un psicoanalista checoslovaco, rescatando el trabajo pionero de Otto Rank, se lanzaba a la tarea de cartografiar nuevos espacios del inconsciente, hasta entonces inexplorados por la Psicología. Se trataba del Dr. Stan Grof, quien pocos años después, invitado por el gobierno de los Estados Unidos a dirigir un instituto de investigaciones psiquiátricas en Maryland, termina conociendo a Maslow en el mismo Esalen.

        Rescatando los aportes pioneros de Jung, Assagioli y el Existencialismo, ambos, junto al Dr. Anthony Sutich, fundan la Psicología Transpersonal (más allá de la personalidad). A lo largo de los años se van sumando a este nuevo movimiento autores de la altura de Viktor Frankl, Ken Wilber, Daniel Goleman, Joseph Campbell, Huston Smith, Charles Tart,  Francis Vaughan, Roger Walsh, Stanley Kripner y muchísimos más. De este modo, la búsqueda del ser, el significado y la experiencia vívida de la trascendencia vuelven a ocupar el lugar histórico que todas las culturas de la humanidad le habían asignado: el estudio empírico de las potencialidades evolutivas de la conciencia humana, tanto en sus aspectos filo como ontogenéticos (en la especie humana y en el individuo).

La inclusión en la Psicología del tema del ser y la trascendencia, muy lejos de convertirse en una mera disquisición filosófica o abstracta, se convierte rápidamente en una cuestión clínica de primer órden, y el estudio de la conciencia ocupa el centro de la escena académica. Surgen así los tres grandes campos de investigación de la Psicología Transpersonal actual: el estudio de los estados no ordinarios de conciencia; el estudio evolutivo de la conciencia y el intento de integración de las escuelas psicológicas anteriores y actuales. Siendo estos tres campos tan sólo las tres caras de una misma realidad única.

 

El intento de integración de las Escuela Psicológicas


En tanto Psicología Evolutiva, la Psicología Transpersonal ha demostrado con una enorme cantidad de pruebas y con marcos teóricos sólidos y sofisticados que el consuetudinario enfrentamiento entre las diversas escuelas de Psicología, no es más que el fruto de una visión muy parcializada y estrecha del fenómeno de la conciencia.

El “Espectro de la Conciencia” desarrollado por Wilber y enriquecido por muchos otros autores, ha servido para demostrar que todas las escuelas de Psicología están en lo cierto en determinados planos del gran fenómeno de la conciencia humana y que, por lo tanto, la discusión no debería pasar ya por cuál escuela tiene razón y cuál está equivocada, sino por cuál estadio de la evolución de la conciencia, con sus correspondientes manifestaciones saludables y sus patologías, es el que cada escuela ha estudiado y comprendido con mayor claridad.

Siguiendo este modelo integrador de enorme poder explicativo y terapéutico, la Psicología Transpersonal afirma que todo ser humano encarna por naturaleza un proyecto trascendente, como ya lo demostró acabadamente Heidegger. Puede este proyecto adquirir un aspecto existencial, religioso o espiritual, esto no es lo más importante; lo esencial es que de un modo u otro existe incondicionalmente en todo individuo. La Psicología Transpersonal procura entonces brindar respuesta a este llamado a la completud que late en nuestros corazones, brindando modelos de psicoterapia y crecimiento personal que incluyen y respetan todas las manifestaciones y potencialidades humanas.

         Siendo el último gran movimiento de pensamiento fundado en la psicología académica, su vocación de sintetizar y honrar todas las escuelas anteriores, lo lleva permanentemente a sumar e integrar en lugar de criticar livianamente, dividir y restar.  Mientras muchos psicólogos siguen parapetados en la trinchera de su escuela, lanzando críticas irresponsables a teorías, métodos y técnicas que por lo general no conocen con profundidad, pues nunca los han estudiado ni practicado, la Psicología Transpersonal sintetiza, entre muchas otras disciplinas, la profunda mirada clínica y dinámica del Psicoanálisis; el trabajo corporal de Reich y la Bioenergética o el modelo experiencial de la Gestalt, a los cuales integra y enriquece con una visión ampliada de la conciencia y el inconsciente humanos y con una enorme cantidad de métodos y técnicas de autoconocimiento, sanación y trascendencia.

Es decir entonces que la Psicología Transpersonal no constituye una mera suma de lo anterior sino un nuevo modelo de la mente humana que integra y trasciende las grandes escuelas del pasado, aportando, a través de  estudios en todo el mundo, una dimensión absolutamente nueva y de alcances incalculables para el desarrollo humano.

La Psicología Transpersonal, abrazando lo más depurado de la ciencia contemporánea y las profundas intuiciones de las grandes tradiciones de sabiduría de la humanidad,  está trabajando intensamente para sanar la antigua herida de nuestra cultura, producida por la lucha insensata entre los fundamentalismos pseudoreligiosos y pseudocientíficos, y se está convirtiendo poco a poco en una de las grandes fuentes de esperanza para la sanación y desarrollo de nuestra civilización.
La visión integral
Ken Wilber explicita la perspectiva integral en "El ojo del Espíritu"(1997) aunque toda su obra prefigura esta visión integral. En obras como "Sexo, ecología y espiritualidad" (1996), "Breve historia de todas las cosas" (1997) , "Una teoría de todo" (2000) y fundamentalmente en "Una visión integral de la Psicología" (2000) expone el concepto de integral (omnicuadrante y omninivel) tambien conocido en ingles como AQAL.
Para acceder a una visión integral se necesita reconsiderar las verdades parciales de la premodernidad (todos los niveles), de la modernidad (todos los cuadrantes) y de la posmodernidad (la visión del mundo no está predeterminada sino que sigue pautas evolutivas), integración que permitira una visión auténticamente integral.
Wilber (2000) señala tres olas por las que ha pasado el movimiento del potencial humano. La primera ola se centró en las experiencias cumbre y los talleres de fin de semana. En la seguna ola la gente se comprometía con prácticas de varios años (zazen, yoga y diferentes psicoterapias), pero estas prácticas se centraban en una determinada capacidad. La tercera ola se acaba de iniciar y se basa en la práctica transformadora integral (PTI) en donde la intención es trabajar cada uno de los cuadrantes y niveles para un desarrollo integral del ser humano con las tecnologías adecuadas para cada una.
La visión integral nos permite descubrir aspectos que antes no se vislumbraban, de manera que podríamos decir que se trata de un mundo nuevo. Pero ese nuevo mundo percibido no es dado de antemano, más bien es co-creado por la nueva profundidad del nivel de conciencia alcanzado por las personas. En cada nueva dinámica de conciencia, ese nuevo mundo incluye también nuevas modalidades de identidad, de necesidades y de actitudes morales, entre otras cosas. Así que el mundo no es tanto un reflejo mental como una interpretación efectuada desde el nivel de ser alcanzado.
Desde nuestra óptica, existe lo que podríamos llamar un "centro de gravedad" social alrededor del cual se tejen las concepciones éticas, legales, religiosas, institucionales, que aportan cohesión e integración a determinada cultura. Este centro gravitatorio atrae a cada individuo que nace en su seno permitiéndole acceder a ese nivel promedio. Pero a la vez, esa misma fuerza gravitatoria le dificulta el ascenso más allá del mismo, ya que dicho individuo ni siquiera se percata de lo condicionado que está por la visión del mundo de la cultura en la que nació. El lenguaje, como herramienta intersubjetiva, limita el alcance de nuestra visión, pero al mismo tiempo, y bajo ciertas circunstancias, nos puede revelar nuevos mundos. De ahí que el lenguaje merezca la mayor de nuestras atenciones.
El abordaje integral nos ayuda a superar la parcialidad de nuestras visiones y, por ende, contribuye a un crecimiento cuyas facetas se potencian, originando una sinergia que nos lleva a un desarrollo más armónico. La importancia de la visión integral sólo puede alcanzarse si es llevada a la práctica, por ello Ken Wilber siempre ha subrayado la importancia de asumir una práctica transformativa integral que contemple simultáneamente -dentro de lo razonable y de nuestras facetas que más requieren atención- a los cuatro cuadrantes, los diversos niveles y las distintas líneas y tipos. Todo ello contribuye a la transformación interna, principal objetivo de una teoría que desea ser una base para la acción. Indudablemente, la parte fundamental para tal transformación es el compromiso con una tradición seria del desarrollo espiritual, por ejemplo la práctica del zazen o el yoga integral (Aurobindo). Este debe ser el núcleo de la práctica integral ya que de nada servirá un buen mapa que no incluya la transformación del cartógrafo.