Los Cuatro Cuadrantes
Un breve ensayo sobre psicología y psiquiatría, sobre ciegos y un
elefante.
por Lic. Alejandro Quiroga
En su libro "Breve historia de todas
las cosas", Ken Wilber sostiene que todo fenómeno humano consta de cuatro
facetas y no puede ser íntegramente comprendido si no se abordan las cuatro. El
fundamento de estas cuatro vertientes de la realidad tiene que ver con los
aspectos exterior e interior y sus formas individuales y
colectivas.
Los cuatro aspectos que se deberían
estudiar para comprender todas las cosas serían entonces: lo
interior-individual, lo exterior-individual, lo interior-colectivo, o
exterior-colectivo
Intentemos aproximarnos a esta idea a
partir de un ejemplo: supongamos que en estos momentos al lector le surge el
pensamiento de buscar en internet información sobre Ken Wilber.
Lo interior-individual: Al tener ese pensamiento, lo que internamente el lector está
experimentando es el pensamiento en sí, con los símbolos, significados e
imágenes mentales relativas.
Lo exterior-individual: Mientras está vivenciando el pensamiento, están ocurriendo una serie
de cambios en su cerebro, como ser, secresión de dopamina, aparición de
acetilcolina permitiendo la transmisión del impulso nervioso en el espacio
intersináptico, etc. Todos hechos que pueden ser empíricamente observables
desde el exterior, utilizando, por supuesto, el equipamiento apropiado.
Lo interior-colectivo: Ahora bien, los pensamientos que circulan por la mente tienen un
sustrato cultural. Si el lector habla español (por ende, piensa en español), el
pensamiento se realiza a partir de una serie de símbolos y significados que
serían muy distintos si el lector hablase otro idioma. Un aborigen del Amazonas
sería incapaz de pensar en buscar algo por internet; sus pensamientos tendrían
seguramente otros contenidos acordes a su entorno cultural.
Lo exterior-colectivo: A su vez, la cultura, también tiene sus componentes materiales (del
mismo modo en que el pensamiento tiene sus correlatos cerebrales). Citando
textualmente a Wilber: "estos componentes sociales concretos son las
modalidades tecnológicas, las fuerzas de producción (hortícola, agraria,
industrial, etc.), las instituciones concretas, los códigos y pautas escritas,
las ubicaciones geopolíticas (aldeas, poblados, estados, etc.), etc."
Por cuestiones de espacio vamos a
dejar el análisis de lo colectivo para otro artículo, y pondremos el foco en la
dualidad interior-exterior. Si bien el cerebro se encuentra en el
"interior" de nuestra cabeza, puede ser observado exteriormente por
un neurofisiólogo provisto del aparataje necesario. Este médico experto puede
llegar a saberlo todo sobre nuestro cerebro conectándonos a un electroencéfalograma
y/o sometiéndonos a una tomografía de emisión de positrones, pero no puede
conocer en absoluto los contenidos concretos de nuestro pensamiento. Este
neurofisiólogo no necesita hablar con nosotros para saber nuestra tasa de
neurotransmisores, mas si quisiese conocer los pensamientos que pasan por
nuestra mente tendría que preguntarnos, tendría que comunicarse e interpretar
lo dialogado.
Wilber afirma que la mente es la
apariencia interna de nuestra conciencia mientras que , por otra parte, el
cerebro constituye su apariencia externa. El cerebro es localizable
físicamente, tiene un peso y unas dimensiones. Tiene, en definitiva, lo que
Wilber denomina, una "localización simple".
"Se puede señalar el cerebro,
una roca o una ciudad pero no es posible hacer lo mismo con la envidia, el
orgullo, la conciencia, el valor, la intención o el deseo. ¿Qué es el deseo?
Trate de señalarlo y verá que no puede hacerlo del mismo modo que puede apuntar
a una roca porque el deseo es una dimensión interna y carece, por tanto, de
localización simple.¡Pero eso no significa que no sea real! Tan sólo significa
que carece de localización simple." El deseo, por continuar con el
ejemplo de Wilber, no se puede ver, no es perceptible ni siquiera con algún
dispositivo tecnológico como un microscopio. No se puede ver pero se puede
interpretar. Dice Ken Wilber: "las superficies pueden ser vistas pero las
profundidaes deben ser interpretadas".
Justamente, el psicoanálisis creado
por Sigmund Freud es una aproximación interpretativa. La genialidad de Freud
tiene que ver con esto y, precisamente por eso ha sido y es tan criticado: por
no haber utilizado el método empírico-científico. Lo que sucede es que a Freud
le preocupaba investigar la dimensión interna. A Freud le interesaban el deseo,
los sueños, los actos fallidos. Desde la neurofisiología se puede investigar
qué sucede en el cerebro mientras soñamos pero no era eso lo que le interesaba
a Freud. A Freud le intrigaban los contenidos subjetivos del sueño, los
símbolos y sus significados. Y para abordar esos aspectos no le servía el
método científico; él tenía que inventar otro método. Y ese fue el
psicoanálisis; práctica que impone la interpretación como medio para acceder a
los significados mentales.
Por supuesto que el psicoanálisis no
es único sistema terapeutico basado en la interpretación; pero es indudable que
Freud fue un pionero en esto de interpretar el significado de los sueños, los
actos fallidos, los síntomas, etc.Y, sin lugar a dudas, allanó el camino que luego
transitaron la terapia junguiana, la gestalt, el análisis transaccional y
otras.
En la psiquiatría, por su parte, el
psiquiatra administra una determinada droga para compensar la conducta del
paciente. Esto lo hacen mayoritariamente, en el primer encuentro. Es cierto que
algunos entablan una mínima conversación con el paciente, pero no se
comprometen mayormente en comprender el significado de los síntomas. En
periódicas consultas, el psiquiatra irá ajustando la medicación hasta obtener
el efecto deseado.
Siguiendo con Wilber: "Para
quienes sustentan ese punto de vista, la depresión no tiene que ver con la
ausencia de valores o con la pérdida del sentido de la vida sino con una baja
concentración de serotonina. (...) El Prozac podrá, hasta cierto punto, compensar
el desequilibrio de serotonina -lo cual resulta muy adecuado y, en ocasiones,
sumamente beneficioso-, pero el hecho es que eso no me ayudará lo más mínimo a
comprender mi sufrimiento interior, a interpretarlo."
Las aparentes discordias entre psiquiatras
y psicoanalistas o psicólogos en general, se originan entonces al enfocar la
atención en distintas caras del mismo fenómeno. El psiquiatra estudia el
funcionamiento del cerebro (exterior-individual) y desatiende, incluso hasta
negando su existencia, el mundo interior de los símbolos y significados. El
psicólogo, por su parte, se centra en el funcionamiento de la mente
(interior-individual) sin negar obviamente la existencia de la neurofisiología
del cerebro pero no enfocando en ella.
Esta situación
me recuerda al famoso cuento de los ciegos y el elefante, en el que un maharajá
mandó reunir a todos los ciegos del pueblo, pidió que los pusieran ante un
elefante y les pidió que tratasen de identificar qué era. Unos dijeron, tras
tocar la cabeza: "Un elefante se parece a un cacharro"; los que
tocaron la oreja, aseguraron: "Se parece a un cesto"; los que tocaron
el colmillo: "Es como una reja de arado"; los que palparon el cuerpo:
"Es un granero." Y así, cada uno convencido de lo que declaraba,
comenzaron a disentir enfáticamente entre ellos.
Se dice que esta historia la contó
Buda en respuesta a las reiteradas rencillas entre seguidores de distintas
escuelas metafísicas y religiosas. Y se cuenta que agregó: "La visión
parcial entraña más desconocimiento que conocimiento". "Aunque todos
estan parcialmente correctos, dada la limitación de sus facultades, todos estan
errados dada la realidad evidente."
No hay comentarios:
Publicar un comentario